Paradojas de la ciudadanía

¿Y ahora qué? Nuevos usos del género biográfico

Del género a la biografía: descentrar la historia, replantear la subalternidad

La Asociación Española de Investigación de Historia de las Mujeres (AEIHM) acaba de publicar un libro colectivo que recoge los resultados de su V Seminario Internacional. El volumen, coordinado por Henar Gallego y Mónica Bolufer, lleva por título ¿Y ahora qué? Nuevos usos del género biográfico, y ha sido editado por Icaria. Divido en tres secciones, la I se dedica a la reflexión historiográfica sobre el género biográfico, la II al problema de las fuentes en la investigación biográfica (con aportaciones de Franca Ella Consolino y Pura Fernández), y la III a las historias individuales y colectivas (con intervenciones en este caso de Laura Oliván Santaliestra y Susanna Tavera). Como colofón, una mesa redonda que contó con la presencia de  Mercedes Vilanova y Pilar Díaz se ocupa de la biografía y la historia oral.

La I sección de este libro recién publicado tiene forma de entrevista, ideada por Mónica Bolufer para poner en diálogo distintas versiones sobre la práctica de la biografía y su valor historiográfico. María Sierra tuvo la fortuna de conversar por este medio con Isabel Burdiel, fundadora de la Red Europea sobre Teoria y Práctica de la Biografía y una de las mayores especialistas en el tema. Bajo el título ¿Qué biografía para qué historia? Mónica Bolufer nos colocó ante algunos de los dilemas profundos a los que se enfrenta la historia como disciplina -así, por ejemplo, la tensión entre la recuperación historiográfica necesaria de sujetos silenciados y el peligro de caer en una historia victimista- y nos dio ocasión para exponer nuestras inquietudes intelectuales a propósito de la historia biográfica.

Gracias a ello, María Sierra pudo llevar al espacio del proyecto PENDARIPEN su anterior atención y atracción por la biografía. Por sus propiedades heurísticas, la biografía es precisamente uno de los pilares de este proyecto de investigación sobre la historia del pueblo gitano, que parte de una forma de entender la biografía atravesada, indudablemente, por el género como enfoque histórico y social. En este cruce de abordajes, la capacidad de «descentrar» la historia que tiene la biografía, en el sentido propuesto por Isabel Burdiel, la abre a la tarea de iluminar y restituir espacios de subalternidad -creados en parte precisa y paradójicamente por la  misma práctica historiográfica-.

Os dejamos aquí un fragmento de la conversación abierta por Mónica Bolufer, animándoos a la lectura de este nuevo libro de la AEIHM:y ahora que cubierta

Mónica Bolufer: ¿»Y ahora qué»? reza el título que hemos escogido para este volumen. ¿Dónde se sitúan los principales retos de futuro en una historia atenta a los márgenes de acción de los individuos, mujeres y hombres?

Isabel Burdiel: Como decía, he contestado en buena medida esta pregunta al hilo de la anterior. Los temas enunciados son los que a mí más me interesan del debate actual y sobre los que creo que hay que seguir reflexionando. Entre ellos, los relativos a las técnicas argumentativas me parecen sumamente prometedores; ahí es donde quizás está el reto mayor que, por cierto, creo que deberían plantearse también otras formas de aproximación historiográfica. En todo caso, la experiencia historiográfica de la biografía –como lectora, como investigadora y escritora- si algo me ha enseñado, particularmente, es que no hay biografía que interese sin uno o varios problemas (interesantes) que la orienten y la sostengan. Es ahí donde debe anclarse el esfuerzo por explicar la singularidad de una vida individual, sin someterla a un relato que la trascienda y anule pero sin renunciar tampoco a enlazar los destinos personales y las estructuras e instituciones sociales.

Desde ese punto de vista, la biografía puede ser un buen observatorio para recordar el carácter abierto que el estudio de una trayectoria individual confiere a la historia, la forma en que rescata la pluralidad del pasado y permite sondear las posibilidades y los límites de la acción de los hombres y las mujeres a través, precisamente, del análisis cuidadoso de las condiciones en que ésta puede desarrollarse, tanto por lo que respecta a las “desviaciones” como a las prácticas habituales. La cuestión, por lo tanto, no es sólo (como se pensaba clásicamente) si el sujeto es representativo o no sino de qué posibilidades del pasado nos habla, qué formas de mirar el mundo convoca en torno a sí. Es una puerta abierta, y esto sí que hay que celebrarlo, al rescate y la valoración de la diversidad y la diferencia.

Mará Sierra: Ese “¿Y ahora qué?” que dio título a la reunión y al volumen que resulta de ella nos interpela muy directamente, y me anima a una respuesta más sincera que conveniente. Por eso, cerraré el círculo iniciado con la primera pregunta reconociendo que no me interesa el futuro de la biografía en sí misma, de la historia biográfica como forma de hacer historia. No somos sacerdotisas de ningún culto, al que debamos fidelidad. Lo que me interesa es seguir avanzando en las posibilidades de emplear la biografía de forma mestiza y atrevida, supeditada a otros objetivos e intenciones, que tienen que ver con entender la historia como un conocimiento con sentido social.

En este momento son varias las cualidades de la biografía que me atraen y me parecen preñadas de futuro. Por un lado, su capacidad para descentrar la historia, haciendo entrar en ella a nuevos sujetos o deslocalizando el lugar en el que habíamos colocado a sujetos ya atisbados. La biografía opera como una linterna que ilumina, a veces con una fuerza sorprendente, rincones en sombra y espacios ocultos. Por otro lado, me interesa especialmente, como antes adelanté, las posibilidades de la biografía como forma de componer el relato a través del cual articulamos y comunicamos los resultados de nuestra investigación: la inteligibilidad tan densa que para cualquier lector ofrece una historia de vida, el atractivo de una escritura muy cuidada que puede crear complicidad lectora, la especial capacidad de abrir una comunicación que es comprensión apelando a lo humano desde el relato de lo humano… Con la biografía se puede comprometer a quien nos escucha como no se hace con otros formatos del relato histórico. Es cierto que también puede comprometer a quien la escribe. Y en este punto, más que aportar argumentos sobre la empatía fría y otras formas de distanciamiento más o menos partícipe, sencillamente me declaro a favor de explorar las posibilidades de diversas formas de compromiso consciente y activo.

Por último, la biografía –o la historia atenta a los márgenes de acción de los individuos, mujeres y hombres, como enuncia la pregunta (entiendo que incluyendo de forma implícita la atención igualmente a los marcos que permiten o limitan esa acción)- lleva consigo, a poco que se practique con sensibilidad intelectual, una reflexión sobre el objeto –los objetos- de lo que consideramos y construimos como conocimiento histórico. En este sentido, como bien señala IB, la biografía, exigentemente ejecutada, obliga a una higiene epistemológica fundamental: al mostrar la contingencia y la discontinuidad de una vida, de cualquier experiencia vital, remite al carácter abierto que tenemos que reconocer en toda existencia humana; también a las del pasado, que hemos convertido en objeto de estudio y hemos calificado, clasificado y explicado, atribuyéndonos el papel de demiurgo-científico social. Uno de los dilemas que más me interesan en la actualidad es el de cómo continuar haciendo investigación histórica sin seguir contribuyendo a la cosificación de nuestros objetos de estudio. Así, Thomas Acton reflexionaba, a propósito de su labor como promotor de los estudios romaníes, sobre la paradoja de convertirse en experto con autoridad reconocida (incluso judicialmente) para determinar sobre una identidad que se había esforzado durante toda su carrera en estudiar (y desmontar) como un constructo histórico.Niña gitana Granada comienzos siglo XX

Da bastante dolores de cabeza, pero me parece urgente contribuir a la deconstrucción de la autoridad del historiador/la historiadora. En algunos espacios de trabajo, los que tienen que ver con colectivos históricamente marginados para los que se pretende un lugar de visibilidad y el derecho a la memoria histórica, hay que resistirse a colaborar ingenuamente en la definición de “objetos” que son, ante todo, “sujetos”: sujetos de su propia historia a los que no podemos dar voz y a los que es preciso reconocer la capacidad epistemológica de narrar su pasado. La historia de las mujeres sabe de todo ello y puede contribuir desde su experiencia científica y política a la historia emergente de otros grupos sociales históricamente marginados.

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